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Pusieron el arca sobre una carreta nueva y se la llevaron de la casa de Abinadab. Uzá y Ahió iban guiando la carreta. Mientras tanto, David y todo Israel iban delante de Dios cantando y bailando con todas sus fuerzas, al son de la música de arpas, salterios, panderos, platillos y trompetas. Cuando llegaron al lugar conocido como Era de Quidón, Uzá alargó la mano para sostener el arca, porque habían tropezado los bueyes.

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